martes, 5 de abril de 2011

Céci n’es pas un poème


Bajo la influencia del alprazolam
0, 5,
a Lucas Martín, a Carlos Pranger

Hay algo que quiere dormirse
y hay algo que no se duerme.
Hay algo que no despierta,
y detrás el afán de que al fin duerma.
Hay un sueño que no tendrá dueño,
hay un señuelo sin pez,
y a ese algo se le pone cara de alga
y en tierra se reseca.
Hay un sueño que quiere algarse
y en el duermevela se alarga
y se sostiene como la piedra.
Hay un silencio en azul,
hay una luz oscura en magenta.
Hay algo que no soy yo ni a tiros,
hay tiros que no son yo.
Hay una vez que vuelve y es otra
vez, hay una noche sosegada
en la que no pasa nada.
Hay un amanecer a años luz
y hay versos borrados
o invisibles al dorso de una cruz.
Hay un silencio exquisito,
hay un claror que da miedo
cuando es tan de noche;
hay un miedo luminoso
cuando el mar está entero.
Hay una clara certeza:
un día no habrá más nada.

La vida empieza muy lejos
de donde crees estar.
Es un río sinuoso en el desierto,
un sinfín de carreteras tortuosas,
un hostil apartamento.
La vida es el cauce que no lleva agua,
menos aún si río Aguas se llama.
La vida lo trae todo.
Es esa sorpresa, te va a esperar.
Guárdale la paciencia,
te quiere recompensar.
Despójala de esas historias
que son simples damas de compañía.
No es un cuento, ni aun siendo largo.


Es natural el extrañamiento.
Lógica la perplejidad.
Aprestados para el presente
nos toma desprevenidos el futuro.
El ruido de esa moto que pasa de largo
es el tubo de escape de nuestra moto,
y nosotros sin saberlo.
La mirada de cariño de la vecina
es el afecto en los ojos
que ya no nos verán.
Despunta la primavera
y lleva uno el hielo del invierno en las venas.
Encierra la plenitud solar
más que residuos de la noche.
Habla uno en lenguas que desconoce
cuando se cuelan en la suya otras lenguas.
Es natural desplazarse,
el tiempo desapacible,
el calor que ahora repunta,
las pérdidas más amargas
en la memoria posadas.

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