jueves, 3 de marzo de 2011

El frío


A María, my dear
Va a hacer un frío que se caerán de los cables los vencejos. Lejos de que aumente la temperatura aumentan los precios. Y los pájaros tiesos. Se acerca el día en que ya no importó que estuviera vivo o muerto. Me acuerdo de pronto de aquella desorientación enorme en Bravo Murillo, y de que alguien creyó verme en otra esquina de la ciudad al mismo tiempo cuando yo estaba en una boca de metro. No sabía si entrar o salir o quedarme quieto en el asombro de mi desconcierto.
Tan desnortado anduve que acabé en el sur.
         En fin. Va a hacer un año de todo aquello. En el fondo el fin había sido antes. No mucho, pero antes, y confirmado después. Después, ya nada. Después, los paquetes de Marlboro que no duran nada, y hacer de transportista para la casera, por cuyas manos y las mías pasan billetes de piedra, y dejarse crecer la barba, y conocer a gente rara. Ahora que marzo marcea es de ver que llegará el día en que mayo mallee, y llegará el día en que etc. Llora el vecinillo de madrugada. Los pájaros se han callado de golpe en seco. Y debe de nevar en el interior de la península, claro que sí, faltaría. Faltaría un centímetro en una falda si no nevase ahora y no hiciera un frío que se caen los vencejos de los cables.
         De aquel día me acordé con el gesto de Pellegrini, don Manuel, ante el soberbio Mourinho, José, sin don. No lo tiene. No se lo doy. Mala amiga la soberbia donde buena la humildad. Buena amiga Málaga. Donde Juan fue One, yo voy siendo My Call, o My Cold, si soy Michael. El invento no es mío, sino de María, o My Dear. Que suena casi igual. Pero sigo siendo Me Well.
         Va a hacer un frío que pa qué los vencejos. ¿A quién van a ganar?

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