miércoles, 16 de marzo de 2011

A Day in a Life


Seguramente es buena hora de escribir poesía, hora tan mala como todas. Buen momento para comprar una moto mediana si es barata, y salir más de casa, aunque acabe siendo mala. Día perfecto para acabar con los extrañamientos imperfectos. Una moto que no alcanza los cien, una moto con cuerpo entre las piernas, nunca he tenido una de ésas, y eso que soñé con ellas. Amanecer ideal, gordas naranjas por el cielo de Levante y el desastre de Japón no tan lejos. Hora de divagar, desvíos en el camino, alcorces que tomar. Radiactividad queda en la comarca, ahí está Palomares, a menor escala que Fukushima, ahí al lado. Pero los tomates están bien ricos a pesar de las partículas envenenadas. Y ayer corté una rama de mimosa, que aquí llaman acacia, en flor, en los rededores de una gasolinera en Villaricos, no sin antes pedir permiso, que me dieron.
         Entre ladrones de coral y eslabones en Somalia, más la edad de los prodigios, además de una moto de segunda mano, matrícula curiosa, 4242, y JR, les compro un coche a mis hijos, sin saber todavía cuál. A ella le gusta pequeño y blanco, y él lo quiere grande, como el de su madre. Incluso del mismo color champán, como si necesitase virilmente rivalizar con ella. Y aún he de rematar Ebrio de enfermedad.
         Antes de las ocho de la mañana hay que bajar un poco la persiana, que casca Lorenzo que no veas, ya iba siendo hora, aunque sea mala. El Inter de Samuel, Eto’o, le dio un baño al Bayern eterno, y van dos. Los azulgrana lo echamos de menos aunque de sus triunfos nos alegremos. Con un gol de Samuel lloró Samuel la última vez. Hace años ya.
         Sobre la traducción ―this is a non-sequitur― ya sé que digo poco, pero es que poco hay que decir. Little is left to tell, diría Samuel… Beckett. El carpintero tampoco habla de carpintería, ni el albañil de ladrillos. Poco queda por decir. Mucho queda por hacer. ¿Hora de escribir poemas? I do not think so. Y en cambio me puede una pulsión interna que me lleva a componer un poema y una obligación que me impone comprar una moto mediana, un buen coche.
         Hoy, un poema y otras treinta páginas. Acaba de empezar el día con naranjas en el cielo.

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